Publicada el Jeudi, 28 de avril de 2022

Se insta al Gobierno de Navarra a diseñar un programa que facilite la realización de mapas de activos de salud para las personas jóvenes

El incremento del malestar emocional durante la pandemia es superior entre las personas con renta baja, donde el riesgo de depresión se multiplica por tres

El Pleno del Parlamento ha aprobado hoy por unanimidad una resolución por la que se insta al Gobierno de Navarra a “diseñar, desde el Instituto de Salud Pública, un programa para facilitar la realización de mapas de activos de salud para las personas jóvenes”.

 

La resolución aprobada incluye un segundo punto en el que, a su vez, se emplaza al Ejecutivo Foral “facilitar al Instituto Navarro de la Juventud (INJ) el apoyo técnico y de profesionales que puedan necesitar para desarrollar este programa".

 

Del mismo modo, ya en un tercer apartado, se exhorta al Gobierno de Navarra a “colaborar con las entidades locales para poder desarrollar esta herramienta en sus respectivas localidades”.

 

Asimismo, se compele al Ejecutivo Foral a “mapear el propio sistema -educación, sanidad, asuntos sociales, igualdad-, para reforzar aquellas políticas que muestren esta capacidad de fortalecer la salud”.

 

Por último, se anima al Gobierno de Navarra a “adquirir el compromiso de apoyar y desarrollar las propuestas de desarrollo de los activos de salud detectados”.

 

En la exposición de motivos, la resolución impulsada por el G.P. Geroa Bai se remite a las conclusiones del informe el Estado Mundial de la Infancia: En Mi Mente, donde se hace constar que casi uno de cada cinco niños europeos de entre 15 y 19 años padece un problema mental (en el caso de las niñas un 16%), con mención expresa para la ansiedad, la depresión y el suicidio, “segunda causa de mortalidad (solo por detrás de los accidentes de tráfico) entre los jóvenes de Europa”.

 

En el ámbito territorial de Navarra, la Red de Salud Mental ha atendido en el primer semestre de este año a 2.783 pacientes menores de 30 años en primera consulta, un 20,4% más que en el mismo periodo de 2019, cuando requirieron de este tipo de atención sanitaria 2.313 personas.

 

El incremento de la demanda responde a la existencia de un “mayor malestar emocional” en este segmento de la población, donde se detecta un “aumento de los cuadros emocionales y de adaptación a situaciones de alta incertidumbre” que, tal y como ha confirmado el CIS, se agravaron durante la pandemia. De entre las personas encuestadas, el 30 % manifestó haber tenido “ataques de pánico”, el 25 % se ha sentido “excluida socialmente” y el 55 % asume que “no era capaz de controlar la preocupación”.

 

En ese contexto se advierte que el porcentaje de personas con renta baja que han entrado en depresión durante la pandemia ha sido el triple que el de rentas altas, lo cual confirma que “el nivel socioeconómico determina en gran medida el estado de salud mental”.

 

Por todo ello y a sabiendas de que la respuesta “no solo debe de ser individual, ya que las causas tienen otros marcos”, se aboga por potenciar los activos de salud, al considerar que “pueden contribuir de forma esencial a mantener e incluso mejorar el estado físico y mental en condiciones adversas”.

 

Se entienden por activos para la salud aquellos “factores o recursos que mejoran las habilidades de personas, grupos, comunidades, poblaciones, sistemas sociales e instituciones, de manera que contribuyen a mantener y sostener la salud y el bienestar, así como a reducir las desigualdades” en la materia.

 

A decir del proponente, mapear esos activos es el “primer paso para potenciar y desarrollar políticas en positivo”, más aún cuando se hace con el concurso de las personas jóvenes afectadas, ya que ello puede llevarles a “modificar algunas de las conductas o determinantes que afectan a su vitalidad”.